Bea Ortiz
La chica de oro

La waterpolista Bea Ortiz, una de las incorporaciones del Equipo Iberia Talento a bordo, no se cansa de ganar y sueña con repetir en el Mundial de Singapur (11-23 julio) el éxito alcanzado hace casi un año en los Juegos de París. Ni las bajas de referentes como Laura Ester, Pili Peña, Maica García o Judith Forca frenan a una selección que, haciendo gala de unos valores irrenunciables, lleva más de una década en lo más alto.
Bea Ortiz (Rubí, 1995) es una competidora nata y anhela colgarse el único oro que le falta, el mundialista, pero tampoco le quita el sueño: “Quiero ganar, pero para mí no es un plus de presión. Después de todo el camino recorrido, de todo lo ganado con la selección, si me retirara sin esa medalla no lo consideraría un fracaso”. Tras un 2024 tan espectacular como exigente, que se saldó con el oro olímpico (París), la plata europea (Eindhoven) y el bronce mundialista (Doha), además de proclamarse campeona de Europa con el Club Natación Sabadell y ser elegida mejor jugadora del mundo por la Federación Mundial de Natación (World Aquatics), la waterpolista no se fija objetivos a largo plazo. Prefiere, en cambio, centrarse en el trabajo diario y en disfrutar de su deporte, al cual, reconoce, ha llegado a aborrecer en determinados momentos. Recientemente incorporada al Equipo Iberia Talento a bordo, no podíamos dejar pasar la oportunidad de preguntarle por su visión del talento: “El talento es una mezcla de trabajo, aprendizaje y sacrificio, sin obviar ese algo innato, y para desarrollarlo es necesario caerse muchísimas veces. Es más, creo que se refuerza más con las derrotas que con las victorias”.
Cuéntame cómo entro el waterpolo en tu vida.
Mis padres nunca hicieron waterpolo, pero siempre estuvieron vinculados al Club Natación Rubí. Siendo pequeños, nos apuntaron a mis hermanos y a mí a cursillos de natación, pero a mí no me gustaba nada el agua [risas]. Me desapuntaron porque era insoportable, no aguantaba un día sin llorar, y me metieron en gimnasia. Mis hermanos sí continuaron con la natación, así que esa piscina siguió presente en mi vida y allí un día conocí a la que, aún hoy, es mi mejor amiga, Amanda. Ella me dijo que volviera a probar y, ya ves, desde entonces no he vuelto a salir del agua.
Y acabaste formando parte de una generación de waterpolistas que lo ha ganado casi todo. ¿Qué crees que os ha caracterizado y os ha ayudado a llegar a lo más alto?
Tuve la suerte de entrar en la selección siendo muy joven junto a una generación que fue subcampeona en Londres. El otro día miraba unas fotos de la primera vez que fui con la selección —en el verano de 2012— y recuerdo observar muy atentamente a las mayores, que siempre habían sido mis ídolos. Preparar con ellas aquellos Juegos y verlas luego por televisión llevándose la plata fue espectacular. A medida que las jóvenes fuimos entrando en el equipo, se nos inculcaron valores como el trabajo, el compromiso o el sacrificio que fueron claves para mantenernos en lo más alto.
El siguiente objetivo es el Mundial, al que la selección acude con varias caras nuevas. Aun así, ¿las expectativas siguen siendo pelear por estar en lo más alto? ¿Confías en el talento de las más jóvenes?
La mentalidad siempre es ir a competir al máximo, de lo contrario no valdría la pena pasar todo el verano entrenando. Nuestro objetivo es subir al podio y, a poder ser, colgarnos el oro, pero estamos viviendo un cambio generacional que requiere más trabajo del habitual. Nos falta entendernos mejor las unas con las otras, pero la dinámica es buena. A las jóvenes les falta un poco de rodaje, pero tienen mucho talento y vienen con muchísimas ganas.
“A medida que las jóvenes fuimos entrando en el equipo, se nos inculcaron valores como el trabajo, el compromiso o el sacrificio”
Tras un 2024 espectacular en lo individual y en lo colectivo, ¿dónde encuentras la motivación y la ilusión para seguir compitiendo al máximo nivel?
La clave es seguir trabajando y fijarse objetivos, pero esta vez no a largo plazo. Ahora estoy centrada en el Mundial y después llegará la temporada con mi nuevo club [Ferencvaros]. Con el tiempo me he dado cuenta de que se puede ser una gran campeona y estar en un pozo a nivel personal y deportivo. Así que otro de mis objetivos es disfrutar del waterpolo. En algún momento he llegado a odiarlo y quiero retirarme amándolo.
El próximo 10 de agosto se cumplirá un año del oro en París. ¿Qué sientes hoy al rememorarlo?
La verdad es que todavía se me ponen los pelos de punta. Me emociono y todo al pensar en aquel momento, en todas las emociones que sentimos y todas las cosas bonitas que vivimos. Fue increíble. Cumplí el sueño de todo deportista. Si hace diez años me hubieran dicho que iba a colgarme el oro en unos Juegos, sinceramente no me lo hubiera creído.

Bea Ortiz fue elegida mejor jugadora del mundo de waterpolo en 2024. © Pau Venteo
En la final de los Juegos, con 3-2 en el marcador, anotaste tres goles consecutivos en dos minutos. ¿Te sentiste imparable?
Ante todo, me sentí muy apoyada por el equipo. Llevaba ya unos cuantos partidos haciendo buenas actuaciones y me encontraba segura. Tanto el staff como mis compañeras me dieron confianza para seguir lanzando una y otra vez. Cuando recuerdo aquel 10 de agosto no pienso en lo que hice yo, pienso en lo que hicimos como equipo, que fue espectacular.
Has comentado en alguna ocasión que, durante aquel verano, mirabas las caras de tus compañeras y sentías que ibais a ganar. ¿Qué percibías en sus rostros?
Antes de llegar a los Juegos de París, estando concentradas en Sierra Nevada, hicimos una actividad que consistía en juntarnos e ir hablando por parejas. Charlamos todas con todas y cada una le dijo a la que tenía enfrente lo mejor y lo peor que tenía. Fue una de las cosas más duras que hicimos a nivel equipo, pero también de las más bonitas. Al salir de aquella sala estábamos llorando porque a nadie le gusta escuchar ciertas cosas, pero a la vez estábamos felices porque habíamos logrado unirnos como hacía tiempo que no ocurría. Tras esa actividad nos fuimos a entrenar con esa mezcla de emociones y, al terminar, no sé cómo explicarlo, pero comprendí que íbamos a ser campeonas porque lo más difícil ya lo habíamos hecho.
“El cuerpo siempre acaba tirando para adelante, pero la cabeza no. La cabeza tiene un límite y cuando dice basta hay que hacerle caso”
Hemos hablado de las luces de 2024, pero ese año también hubo sombras. A escasos meses de los Juegos de París sufriste un bloqueo a nivel mental, llegando a sentir aversión por la piscina. ¿Quién te ayudó a superarlo?
Mis padres, mis hermanos, mi pareja y mi mejor amiga. También estuvieron muy cerca compañeras como Mati Ortiz y Laura Ester. Luego, obviamente, me apoyé en una psicóloga. Me escribió a mediados de mayo, si no recuerdo mal, y me acompañó hasta los Juegos. Sin todas estas personas no lo habría conseguido, pero creo que en lo personal también hice un trabajo muy bueno. A veces es importante reconocerse a una misma y creo que aquel año lo hice bien.
En alguna ocasión has dicho que el cuerpo aguanta mejor que la mente. Para los deportistas, ¿tan importante es cuidar la mente como el cuerpo?
Cumplo 30 años en unos días y este tiempo me ha enseñado que sí, que lo más importante es la cabeza. El cuerpo, por muy agotado que esté, le cueste más o le cueste menos, siempre responde y acaba tirando para adelante, pero la cabeza no. La cabeza tiene un límite y cuando dice basta hay que hacerle caso.
Nunca has dejado de lado los estudios. ¿Piensas en tu vida después del waterpolo?
El waterpolo, por suerte, nos mantiene, pero no nos va a dar de comer toda la vida. Desde pequeña, mis padres me inculcaron que tenía que estudiar. Primero hice un doble grado en Publicidad y RR.PP más Comunicación Audiovisual y, posteriormente, hice un máster en Dirección y Producción Cinematográfica. Sé que es un mundo complicado, pero siempre me gustó mucho el cine y me encantaría dedicarme a ello. Soy consciente de que me va a costar porque no tengo experiencia y el tiempo pasa. Por eso, el año pasado comencé un máster en Dirección de Comunicación que puede ayudarme a encontrar mi camino.