Miquel Barcelona
Catarsis sobre las tablas
Nació en el mismo pueblo que Rosalía, San Esteban de Sasroviras (Barcelona). Pero la carrera de Miquel Barcelona ha discurrido por derroteros bien distintos. Lleva quince años dedicándose a lo que más le gusta, la danza; haciendo musicales, cantando ópera e incluso dando clases en la Academia de OT. Ahora, vuelve a su esencia alternativa con [kórps], una pieza de danza contemporánea que bebe de la tradición popular y de las prácticas humanas en torno a la violencia, la vela y la muerte.
Si hubiera que definir a Miquel Barcelona (San Esteban de Sasroviras, 1983) con un solo adjetivo, ese sería, sin lugar a dudas multidisciplinar. Cualquier otra palabra se quedaría corta para alguien que lleva la danza en las venas y que a la vez es bailarín, coreógrafo, docente, gestor de proyectos, pensador, investigador, cantante, intérprete y escritor.
A los cinco o seis años empezó a cantar y a bailar en casa, “un hogar en el que no existía ninguna conexión con el arte. Yo solo bailaba y cantaba como por intuición”, recuerda. Con el visto bueno de su familia, empezó a formarse en jazz y teatro musical en San Esteban de Sasroviras. “Fue fácil cuando les dije que quería hacer teatro musical; no lo fue tanto cuando les comenté que lo mío era la danza". Y añade: “De hecho, hasta que mi padre no se conmovió con un espectáculo mío, no se le educó la mirada hacia la danza. Eso sí, desde hace quince años, sin ser experto en la materia, me hace críticas espectaculares” [ríe].
“El mundo del musical tiene impuesta una ligereza que disimula el rigor que hay detrás”
Esa fue la época en la que Miquel Barcelona trabajó en musicales como La Bella y la Bestia, Mamma Mia y Fama, el musical, y, por otro lado, en óperas como Il Trovatore, Turandot, Otello o La Gioconda de Ángel Corella, en El Gran Teatre del Liceu. “Creo que quienes se dedican al teatro musical son artistas muy completos, aunque siento que hay un cierto desprecio por ese tipo de arte, ya que son profesionales a los que no se les reconoce ni como actores ni como bailarines. El mundo del musical tiene impuesta una ligereza que disimula el rigor que hay detrás. En aquellos años, quería poner en valor y reivindicar esta figura, ya que yo mismo me considero un híbrido de estas disciplinas”, destaca.
De Operación Triunfo a salas de danza alternativa
Del teatro musical y la ópera pasó a la danza, disciplina en la que ha trabajado con directores, coreógrafos y compañeros como Carolyn Carlson, Juan Kruz de Garaio Esnaola, Raffaelle Giovanola, Dario Fo o Laura Vilar, entre muchos otros. Mientras, también tuvo tiempo para hacer sus pinitos en televisión como entrenador corporal de la asignatura de Movimiento en la octava edición del talent show Operación Triunfo. “Lo hice porque en esa época estaba trabajando en Mamma Mia, y fue Nina, directora de la Academia del programa, la que me lo propuso. Sinceramente, lo hice porque sentía curiosidad por conocer ese mundo y para poder aportar desde mi mirada”. Y reconoce: “La verdad es que me lo pasé muy bien. Para los que nos dedicamos a esto, es difícil entrar en los mass media”.
Paralelamente a esa actividad frenética, empezó a generar un espacio de creación, “uno de los ámbitos en los que me siento más a gusto”, apunta, junto con sus socios de NunArt Creacions Contemporànies, proyecto en el que ha estado involucrado durante diez años. "Fue ahí donde empecé a visualizar el espectáculo [kórps]”.
“Entré como profesor en OT porque sentía curiosidad por conocer ese mundo y para poder aportar desde mi mirada”
Esta propuesta escénica multidisciplinaria tiene como eje expresivo la danza contemporánea y dialoga, a su vez, con la música electrónica, la voz, la luz y la teatralidad. El espectáculo toma como referente el cuervo, el pájaro omnívoro y carroñero más presente en la mitología y las artes. “Asociado con la muerte, se le atribuye un papel mediador entre el mundo terrenal y el mundo espiritual. [kórps] juega también con la homofonía de la palabra inglesa corpse, que significa cadáver, cuerpo inerte", explica su autor. [kórps] podrá disfrutarse los días 28 de febrero y 1 de marzo en la sala Hiroshima de Barcelona. Además, la propuesta viajará a Francia en mayo y a Cracovia en junio antes de regresar de nuevo a la Ciudad Condal ese mismo mes.
Pero este no es el único espectáculo que Miquel Barcelona ofrecerá en 2020. La capital catalana y la población gerundense de Ripoll serán testigos de otra de sus creaciones, Parrà. El título responde a la conjugación catalana antigua de la forma verbal apareixerà (‘aparecerá’). Parrà es un diálogo entre la voz y el movimiento, la raíz y la contemporaneidad, la estructura y el cambio, a través de la revisión de piezas musicales como El cant de la Sibil·la (Mallorca) o de danzas como la Polka chinata (Italia).