Jesús Carmona
Flamenco en la sangre
El flamenco ni siquiera sonaba en casa de Jesús Carmona cuando era niño, pero ese ritmo ya corría por su sangre. Con solo siete años comenzó su formación y, a base de trabajo y talento, hoy es uno de los bailaores más respetados del mundo. Su autenticidad sobre el escenario le hizo merecedor del Benois de la Danse 2021 —conocidos como los Óscar de la danza—. Su secreto: implicación y humildad.
De todas las expresiones culturales de nuestro país, pocas reúnen el carácter, la singularidad y el simbolismo del flamenco. Se dice que en su baile y cante se encuentra la pureza del arte y la verdad humana: sólo se canta y se baila lo que se ha vivido, reuniendo la esencia, el espíritu y la raíz de sus gentes. La constante evolución en el mundo del espectáculo ha hecho que este arte tenga que reinventarse y desprenderse de los clichés para seguir ganando adeptos. Jesús Carmona (Barcelona, 1989), actual director artístico del Ballet Español de la Comunidad de Madrid, es uno de los grandes culpables de este fenómeno y muchos lo ven como una de las grandes figuras del baile flamenco en todo el mundo. Aunque sacará un hueco para acudir a Espacio Iberia (27 junio, 19:00h), ahora se encuentra enfrascado en su nuevo espectáculo, Superviviente, que se estrena el 26 de septiembre en la Universidad de Navarra y que cierra una etapa de creaciones nacidas a partir de vivencias personales. La implicación y la humildad son, para este bailaor que empezó a interesarse por esta disciplina siendo un niño, los cimientos sobre los que se construye su pasión.
Comenzaste tu andadura en el flamenco con solo siete años, ¿cómo despertó tu pasión?
De una forma muy natural e involuntaria. En mi familia no había antecedentes de artistas que se hubiesen dedicado al flamenco y en casa tampoco se escuchaba habitualmente ese tipo de música. Pese a ello, desde los tres o cuatro años ya sabía que quería bailar flamenco, así que fui yo quien insistió —y casi obligó— a mis padres a buscar un lugar donde aprenderlo y practicarlo.
Durante tus años de formación, ¿quiénes fueron tus referentes?
Mi gran referente fue Sonia Poveda, mi primera maestra. Siempre digo que tuve mucha suerte con ella. Me inculcó unas bases fortísimas para el buen desarrollo de mi carrera profesional. También he tenido la suerte de trabajar con auténticos referentes, como Antonio Canales o Eduardo Serrano El Güito.
“En el escenario entro en un lugar onírico en el que me permito ser cualquier cosa, en el que todo aquello impuesto por la sociedad desaparece y soy absolutamente libre”
Ahora, en cambio, el referente eres tú. ¿Qué consejos darías a la generación de bailaores que está por venir?
Lo primero que les diría es que para vivir de esto hay que implicarse al máximo. La danza flamenca no se puede tomar a medias si realmente te quieres dedicar a ella. En segundo lugar, la humildad con uno mismo, con el resto de compañeros, con la profesión y con el arte en sí mismo. Engrandece aún más al artista.
En alguna ocasión has dicho que el arte abre el alma a un lugar de entendimiento. El flamenco, como arte que es, ¿qué influencia tiene en el espectador?
La danza no utiliza la palabra, así que el discurso se crea a través de las emociones que despierta. Para captar ese discurso no es necesario que el público sea muy entendido, pero sí ha de estar predispuesto a tener esas sensaciones. La danza flamenca, como arte minoritario que es, tiene el papel que la sociedad le permite.
Pese a su carácter minoritario, la danza flamenca sigue viva. ¿Cómo ves su futuro?
Me veo incapaz de decir cuáles deberían ser sus próximos pasos, pero sí creo que la danza flamenca goza de buena salud a nivel de intérpretes y creadores, los cuales empujan y luchan para que este arte siga creciendo. Se está apostando por ella tanto a nivel nacional como internacional y eso es algo que hacía mucha falta. Siempre serán necesarias más ayudas, más espacios, más público y, sobre todo, más formación sobre la danza en las escuelas, pero estamos en un buen momento.
Además del esfuerzo físico, el flamenco implica un compromiso emocional muy grande. ¿Cómo describirías el momento en el que estás bailando?
Para un intérprete, el momento de subir a un escenario es de placer absoluto a pesar del monumental esfuerzo físico. Yo entro en un lugar onírico en el que me puedo permitir ser cualquier cosa, en el que el peso del patriarcado, por ejemplo, no existe, en el que todo aquello impuesto por la sociedad durante tantos años desaparece de repente y soy absolutamente libre para ser quien quiera ser.
“Siempre serán necesarias más ayudas, más espacios, más público y, sobre todo, más formación sobre la danza en las escuelas, pero estamos en un buen momento”
¿Y qué te gustaría transmitir a todos aquellos que te observan desde la platea?
A mí me gusta transmitir autenticidad, que el público sienta que le están contando algo que sale directamente de las entrañas, del alma, del corazón y que no me dejo nada. Quiero que abandonen el teatro teniendo una sensación de entrega total por parte del artista.
Tu talento ha recibido numerosos reconocimientos, entre los que destaca el Premio Benois de la Danse 2021 a Mejor Intérprete Masculino. ¿Qué significó para ti?
Fui el segundo español en conseguirlo en 45 años. Además, lo hice teniendo al lado a los mejores bailarines de danza clásica a nivel mundial. Por tanto, que me lo entregaran a mí, un bailarín de danza flamenca, es un hito. Soy muy consciente de lo valioso que es, ya no solo para mí, sino para la danza española, para el flamenco y para nuestro país.
“Me gusta transmitir autenticidad, que el público sienta que le están contando algo que sale directamente de las entrañas, del alma, del corazón y que no me dejo nada”
El talento es un concepto difícil de definir, de concretar, pero ¿podrías intentarlo?
Yo creo que el talento es eso que no se puede explicar, algo que se engrandece con el trabajo y que hace que el espectador se fije en alguien en concreto cuando está viendo a todo un elenco durante un espectáculo. Como he dicho, solo puede venir de la mano de mucho trabajo, pero tiene algo de innato. Lo primordial es reconocer cuál es el tuyo y potenciarlo.