Carles Sans
¡Por fin solo!
Con las ganas de divertir intactas y sin renegar de su pasado en Tricicle, Carles Sans celebra estar... ¡por fin solo! Un grito que da título a su primer espectáculo en solitario y que tiene algo de liberador, ya que el artista se deshace de las 'cadenas' del humor gestual que le han acompañado durante más de 40 años. Sí, habla más que nunca y hace reír igual que siempre, concretamente cuatro veces por minuto.
El adiós de Tricicle se convirtió en un hasta luego para Carles Sans (Badalona, 1955). “Yo me dedico a esto, soy actor de comedia, hoy y siempre, y por eso decidí lanzarme en solitario”, confiesa. Con una buena colección de anécdotas bajo el brazo —“todas reales, por muy locas que parezcan”, señala— se presenta ante los espectadores en ¡Por fin solo! En la función, el humorista sale al escenario por primera vez sin sus partenaires de Tricicle, Paco Mir y Joan Gràcia, pero no acaban ahí las sorpresas: tras más de 40 años haciendo humor gestual, ¡habla! El show, que ya ha sido un éxito en ciudades como Barcelona o Madrid, continuará su gira por el resto del país. Las próximas fechas, anoten, son Sevilla (10 y 11 noviembre), Alcalá de Henares (17 y 18 noviembre), Xirivella (19 noviembre), L’Hospitalet (24 noviembre), Igualada (26 noviembre), Pamplona (2 diciembre) y Falset (9 diciembre). El público, asegura, se ríe cuatro veces por minuto. ¡Qué mejor manera de acabar el año!
¿Cómo terminó un estudiante de Derecho, una carrera (que me perdonen) tan aburrida, haciendo humor?
Sí, sí, totalmente [risas]. En realidad iba para periodista, me hubiera encantado hacer radio; pero no era de estudiar mucho y no pude acceder, así que mi padre me mandó a la Facultad de Derecho. Allí me encontré estudiando una cosa que no era para mí. Por suerte, se cruzó en mi vida gente del teatro y empecé a entrar en ese ambiente. Me di cuenta de que eso era lo que me apetecía hacer. El salto fue grande.
Y la broma dura ya más de 40 años, ¿te esperabas una carrera tan longeva?
No, cuando uno empieza lo único que se plantea es poder vivir de este oficio, que a veces es un poco precario. Me contentaba con poder sostenerme con cuatro actuaciones con mis colegas de Tricicle. No podía imaginarme que luego tendríamos una carrera tan larga, tan reconocida y tan exitosa. Las cosas fueron bien porque encontramos una fórmula maravillosa que empatizó mucho con el público.
“Mira si es importante la risa para las personas que, pudiendo reír gratis, prefieren pagar para que les hagan reír”
Dicen que la risa es salud, así que a ti casi te podríamos tratar de doctor. ¿Tan grande es su poder?
Yo siempre digo que mira si es importante la risa para las personas que, pudiendo reír gratis, prefieren pagar para que les hagan reír. Es fundamental para la salud, sobre todo para la mental. El hecho de haberme dedicado a un oficio tan bonito me genera una gran satisfacción.
En un espectáculo humorístico, la risa es el termómetro que mide el éxito o el fracaso de una obra. ¿Alguna vez la has sentido más rival que aliada?
No, porque, tanto con Tricicle como ahora en solitario, he tenido la suerte de intuir lo que hace reír al público. Siempre hemos tenido un sexto sentido para eso, para construir ese gag que produce una risa inmediata. Es un trabajo difícil, por eso cuando se obtiene es tan gratificante.
A lo largo de estas décadas, el mundo ha cambiado. ¿También lo ha hecho el humor? ¿Crees que tiene que adaptarse a los tiempos?
Sí, el humor ha cambiado con los tiempos. Si ahora escucháramos a un humorista del siglo XIX, habría cosas que no nos harían reír. El humor evoluciona, como todo en la vida. Aún así, creo que, en el fondo, nos siguen haciendo reír las mismas cosas. Actualmente, hay una mayor concienciación respecto a algunos temas y, por supuesto, uno tiene que ir adaptándose a eso.
Tras el “descanso indefinido” de Tricicle, decidiste montar tu propio espectáculo. ¿Qué te motivó a seguir?
Cuando Tricicle puso el punto final a su carrera, me planteé si hacer lo mismo con la mía. Pero yo me dedico a esto, soy actor de comedia, hoy y siempre, y por eso decidí lanzarme en solitario con ¡Por fin solo!, donde cuento anécdotas vividas durante mis 40 años de carrera profesional. Todas reales, por muy locas que parezcan, y con las que el público no para de reír de principio a fin.
Las dudas que pudieras albergar, ¿se disiparon cuando te subiste al escenario y escuchaste cómo la gente se carcajeaba igual (o más) que con Tricicle?
Las dudas, por muchos años que lleves, son intrínsecas a este oficio. Con cualquier proyecto te preguntas si vas a divertir. Esta vez con más razón porque implicaba un cambio de registro, usar la palabra, y estar una hora y media solo sobre el escenario. Todo eso genera incertidumbre, pero, cuando sales y ves que el público no para de reír, vas cogiendo confianza. Ahora estoy tranquilo porque el espectáculo tiene una solidez y una capacidad de hacer reír impresionante.
En ¡Por fin solo! hablas todo lo que no habías hablado antes. ¿Tenías ganas de romper ese silencio? ¿El cambio de registro ha supuesto un reto para ti?
Sí, lo ha sido. Era consciente de que me la jugaba porque, cuando vienes de un éxito continuado durante tantos años con un género determinado y decides tomar otra dirección, el público se suele tomar con cautela, incluso recelo, los cambios. Yo entiendo esas reticencias iniciales, pero desaparecen en cuanto empieza el espectáculo porque no paran de reír.
“En el humor, el talento es la capacidad para descubrir algo que sorprenda al espectador”
Y cuentas numerosas anécdotas vividas durante la etapa de Tricicle. ¿Has dejado fuera algunas? ¿Podemos esperar un ¡Por fin solo 2!?
Sí, he dejado fuera algunas, lo primero por una cuestión de tiempo. Creo que un espectáculo de humor debe durar hora y media como mucho. ¿Si habrá una segunda parte? Ahora mismo no me lo planteo. De momento, estoy disfrutando de esta aventura y mi futuro profesional continuará porque me siento con fuerza y con ganas, pero no sé si con un ¡Por fin solo 2!, porque material hay, o con otra cosa distinta. Ya veremos.
Te habrán preguntado mucho sobre la soledad en el escenario. Pero ¿y en el camerino? ¿Cómo vives ahora los momentos previos al show?
Con Tricicle, los tres compartíamos el mismo camerino. Fue una costumbre que adquirimos en nuestros comienzos y nunca se nos ocurrió dividirnos. He pasado de eso a vivir mi camerino en soledad. Yo suelo llegar alrededor de una hora antes de empezar y, en ese momento de recogimiento previo, sí echo de menos a mis colegas. Pero esto forma parte de la vida del actor.
En teatro, ¿qué requiere más talento: hacer reír o hacer llorar?
La eterna pregunta. Ambas cosas son difíciles, pero hacer reír lo es más. Porque la risa no se puede forzar, surge de manera natural y espontánea. Nadie finge una risa en un teatro. Si una persona ríe es porque realmente le has divertido. La risa es más sincera, más franca y también más complicada de sacar.
¿Y dónde reside el talento en el humor?
En el humor, el talento es la capacidad para descubrir algo que sorprenda y seduzca al espectador. Hoy en día es muy difícil sorprenderle y el humor se basa mucho en eso.