María Pérez
La reina de la marcha

En los Juegos de París, María Pérez se convirtió en la primera atleta española en conseguir la triple corona, es decir, el oro europeo, mundial y olímpico. Un fichaje de lujo para el Equipo Iberia Talento a bordo de cara a los Juegos de Los Ángeles. Antes de eso, la marchista sueña con revalidar en el inminente Mundial de Tokio los oros (20 km y 35 km) conquistados hace un par de años en el Mundial de Budapest.
Con la Torre Eiffel como testigo, María Pérez (Orce, Granada, 1996) se colgó el oro en la prueba de relevo mixto en los Juegos de París. Al cruzar la meta, la marchadora lanzó un grito —mitad júbilo, mitad rabia— que despertó a media capital francesa para, a continuación, fundirse en un sentido abrazo con Álvaro Martín, su compañero y amigo. Era su segunda medalla tras la plata conseguida una semana antes en su prueba fetiche, los 20 km. Una pequeña vendetta hacia todos aquellos que le dijeron que no podría: “A mí al principio me decían que la marcha no se me iba a dar bien. Y he luchado para demostrarle a esas personas que todo el mundo tiene talento y que con trabajo todo se puede conseguir. El talento tiene mucho que ver con trabajar por lo que uno quiere”. Un año después, charlamos con María —incorporada recientemente al Equipo Iberia Talento a bordo— a escasos días de su participación en el Mundial de Tokio (13-21 septiembre), donde espera revalidar los dos oros logrados en Budapest en 2023. Lo hará sin la compañía de Álvaro, que se retiró con solo 30 años al poco de volver de París para convertirse en abogado mercantil. Una decisión que María comprende porque a ella también le preocupa su futuro laboral. “Cuando nos retiramos, carecemos de experiencia laboral porque hemos invertido nuestro tiempo en el deporte. En otros países, las gratificaciones a los deportistas son mayores cuando obtienen un gran resultado. En Italia o Francia, por ejemplo, son funcionarios del Estado. Es una manera de agradecerles todo lo que han hecho por su país”. Pero volvamos a lo deportivo…
Vienes de proclamarte campeona de España de 10 km marcha pulverizando tu marca personal. A las puertas del Mundial, ¿dirías que estás en tu mejor momento?
No sabría decirte, pero sí te puedo asegurar que después de los Juegos he seguido entrenando y compitiendo muy bien. Además, no he tenido ninguna lesión —toco madera porque vengo de unos años difíciles—. El campeonato de España fue un buen test de cara al Mundial. En Tokio se van a invertir las distancias, primero haremos los 35 km y luego los 20 km. Es un reto que me ha apasionado durante todo este año y tengo muchas ganas. En cualquier caso, si tuviera que elegir, preferiría llegar en mi mejor momento a los Juegos de Los Ángeles.
En Tokio vas a defender los oros conquistados en Budapest. ¿Te quita o te pone presión?
La verdad es que, tras el éxito en Budapest, no tengo tanta presión. Estoy comprobando que sin presión se puede disfrutar más y voy con mucha ilusión. Voy a luchar al máximo tanto en el 35 como en el 20, pero soy consciente del desgaste que me va a provocar hacer primero el 35. Tengo más nervios por eso que por el hecho de defender ambos títulos. Voy a poner mi cuerpo al límite como nunca lo había hecho y espero que responda bien. Lo bueno son los siete días que vamos a tener para recuperar, en Budapest solo tuvimos 22 horas entre el 20 y el 35.
En la marcha influyen otras variables ajenas al deportista. De cara al Mundial de Tokio, ¿qué es lo que más te preocupa?
Lo primero, que no somos máquinas; somos seres humanos y unas veces te encuentras bien y otras no. El clima va a ser muy distinto al que tuvimos en Budapest —o en París—, con más calor y más humedad. Además, al competir fuera de Europa, debemos tener en cuenta el cambio horario. Nuestro cuerpo sufre con esos cambios. Luego está el riesgo de descalificación. La técnica es muy importante para los marchadores porque todo depende de cómo te vean los jueces durante el circuito. Cómo juzguen esta vez ya no depende tanto de mí, pero estoy tranquila porque estamos trabajando bien.
“El destino quiso que dos atletas procedentes de pueblos de la España vaciada cumplieran su sueño juntos”
Hace un año hiciste historia en los Juegos de París logrando dos medallas y siendo la abanderada en la ceremonia de clausura. ¿Qué recuerdos te vienen a la cabeza?
Fueron los días más felices de mi vida... La recompensa a mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho tiempo lejos de casa. Serán unos Juegos difíciles de superar. Cada medalla es especial, pero las de París más aún porque llegué a contrarreloj por culpa de una lesión [una fractura por estrés en el sacro]. También porque gané una medalla junto a Álvaro Martín, mi compañero y amigo. El destino quiso que dos atletas procedentes de pueblos de la España vaciada cumplieran su sueño juntos. Además, tuve a mi familia, a mis amigos y a muchísimos españoles animándome.
Tras vuestro éxito, Álvaro Martín y tú os convertisteis en la pareja de moda en París. ¿Cómo viviste el anuncio de su retirada?
Álvaro estuvo a punto de contármelo durante un desayuno en la villa, pero la gente no paraba de venir a hablar con nosotros y no pudo hacerlo. Así que me enteré como todo el mundo, el 7 de septiembre. Para mí es difícil expresar lo que sentí. Ese día me miró con los ojos llorosos y me dijo: “María, voy a decir algo que no te va a gustar”. Le pedí varias veces que se quedara, aunque no era nadie para hacerlo. Creo que ha tomado una decisión sabia y ojalá se convierta en el mejor abogado mercantil de España. Donde esté va a tener mi apoyo, pero egoístamente claro que me hubiese gustado tenerlo a mi lado más tiempo.

La marchadora María Pérez junto a su entrenador de toda la vida, Daniel Jacinto Garzón. © Cedida por María Pérez
La marcha siempre ha dado muchas medallas al atletismo español, ¿crees que en España se moldea especialmente bien el talento en tu disciplina?
La marcha siempre goza de buena salud en España. No solo gracias a los deportistas, también a los entrenadores que moldean el talento. Yo soy quien soy gracias a mi entrenador. En categoría absoluta tenemos un equipo estupendo y no para de entrar gente joven. Eso es bueno para los veteranos porque nos aprietan las tuercas, nos hacen más competitivos y esa es la esencia del deporte. Nos retroalimentamos y aprendemos unos de otros. Estoy segura de que cuando deje el equipo seguiré viendo un montón de éxitos desde el sofá de mi casa.
Desde tus inicios en la marcha siempre has trabajado con el mismo entrenador: Daniel Jacinto Garzón. ¿Cuál es la clave para una relación tan longeva?
En la marcha es raro mantener siempre al mismo entrenador, pero por suerte en 2028 cumpliré 20 años junto a Daniel. Nuestra relación es diferente, más que atleta-entrenador somos familia porque me fui con él a Guadix con 15 años y le tengo más respeto que a mis padres. Aunque a veces discutimos y le digo: “Esto es peor que un matrimonio” [risas]. Al final es la persona con la que más tiempo paso al año y la comunicación es importante. Él es más tranquilo, yo más nerviosa y los polos opuestos se atraen. Hacemos sinergia y el éxito está en que no nos hemos acomodado nunca.
“La marcha siempre goza de buena salud en España. No solo gracias a los deportistas, también a los entrenadores que moldean el talento”
La marcha lleva años inmersa en intensos debates, incluso ha llegado a estar en entredicho. A veces parece el patito feo del atletismo. ¿Te da rabia?
Sí, me da rabia. La marcha es, junto a la maratón, una de las disciplinas más antiguas. Además, las últimas decisiones afectan muchísimo a España porque nos restan opciones de medalla. Los que más lo sufrimos somos los atletas y los entrenadores porque estamos en un sinvivir. Eso genera estrés y puede derivar en lesiones. También repercute económicamente a nivel federativo. Es inexplicable, pero no depende de mí ni de los resultados que saque. Es un debate que está por encima de nosotros.
¿Qué consejos darías a los jóvenes para perseverar en la práctica de una disciplina tan exigente como la marcha?
A los jóvenes hay que decirles que luchen por sus sueños y que nunca se den por vencidos. Eso es lo que a mí me ha hecho estar donde estoy. Que nadie te diga que no eres capaz de conseguir las cosas. No nos podemos dejar machacar ni pisotear. Por muchas piedras que te encuentres en el camino, si te fijas un objetivo vas a sortearlas y tirar hacia delante. Solo hay una persona que puede derrotarnos y somos nosotros mismos. Lo más bonito es no desistir y seguir luchando para crecer tanto personal como deportivamente. Mi otro consejo es que nunca dejen de estudiar.
Hay vida más allá del atletismo, ¿no? De hecho, estudiaste Educación Infantil, ¿son los niños tu otra gran pasión?
Los niños son mi perdición. Me encantan, me enamoran. Creo que cada uno venimos al mundo con una vocación y la mía, aparte de la marcha, podría ser esa. Aunque nos cueste reconocerlo porque nos dedicamos 24/7 a ello, hay vida más allá del deporte. Además, llega un momento en el que tenemos que decidir que esto se acaba y a mí me encantaría transmitir a los más pequeños todo lo que he aprendido con el deporte: el trabajo, el sacrificio, la constancia, la humildad...