Sara Andrés

Alegría de vivir

19 Agosto 2025 Por Roberto C. Rascón
Sara Andrés
La atleta paralímpica Sara Andrés se ha unido al Equipo Iberia Talento a bordo.

La vida no le ha sonreído a Sara Andrés, pero ella sí le ha sonreído a la vida. Y su vitalidad es contagiosa. La atleta paralímpica es una de las nuevas incorporaciones del Equipo Iberia Talento a bordo. En 2011, tras sufrir un accidente de tráfico, su realidad cambió de un día para otro, pero con la ayuda de los médicos y de su entorno cercano supo rehacerse física y mentalmente para volver a caminar y… ¡a correr!

La atleta paralímpica Sara Andrés (Madrid, 1986) ha aprendido a convivir con la adversidad y salir más fuerte después de cada envite. Lo hizo tras sufrir, con solo 25 años, una doble amputación por debajo de sus rodillas tras un gravísimo accidente. También cuando le diagnosticaron un cáncer de tiroides y un carcinoma basocelular [un tipo de cáncer de piel]. Por todo lo que me ha pasado, tengo herramientas para enfrentarme a la adversidad y he aprendido a valorar lo que sí tenemos en vez de lo que no tenemos”, afirma. Tras el accidente, no solo se convirtió en una de las mejores velocistas paralímpicas del mundo —ha participado en Río, Tokio y París, donde fue fotografiada por Annie Leibovitz—, también se introdujo en el mundo del teatro amateur —ha representado piezas como Heridas, sobre las mujeres en la obra de Lorca— y en el del cuento infantil —ha publicado ¿Sabes quién soy? y Juntos mejor—. Talentos que ha desarrollado a base de esfuerzo. “El talento puede ser innato, pero también se puede trabajar. Y eso es lo maravilloso, que cualquiera puede desarrollarlo. No solo las personas con un talento innato pueden tener éxito y eso motiva mucho”, reivindica. En breve, se enfrentará al mayor reto de su vida, la maternidad, pero ya sueña con correr en Los Ángeles con su peque animándola desde la grada.

Tienes una frase que resume tu filosofía de vida: “Prefiero no tener pies y saber adónde voy, que tenerlos y estar perdida”. ¿Qué significa para ti?
El lema nació poco después de perder los pies y, aún hoy, me sirve para superar los retos que me propongo. Cuando estoy más bajita de ánimo, me recuerda que tener claros tus objetivos en la vida o el tipo de persona que quieres llegar a ser es lo más importante. Todo lo demás se irá conformando alrededor de eso. A veces lo tenemos todo, pero estamos muy perdidos. Casi es mejor no tenerlo todo, pero sí tener objetivos que te impulsen, te motiven y te ilusionen.

Has reconocido que tras el accidente caíste en un pozo muy oscuro. ¿Quiénes te ayudaron a salir de él?
En primera instancia, los psicólogos, los psiquiatras, los médicos… Luego, la red de familiares y amigos que descubrí que tenía. Y, por último, esa gente que no esperas que aparezca en tu vida. En mi caso fue Carmen, la mujer que me cuidó en casa y que se convirtió en mi segunda madre. Cuando empecé a competir siempre tuve a mi lado al psicólogo que me trató inicialmente y, desde Tokio, el Comité Paralímpico Español ofrece un servicio de psicología deportiva que viene muy bien. Manola [Manuela Rodríguez], la psicóloga del Centro de Alto Rendimiento, viaja con nosotros y nos acompaña durante la competición.

“La capacidad del ser humano para luchar y seguir adelante es maravillosa, y es que las ganas de vivir siempre están ahí”

Antes del accidente habías practicado otros deportes, como tenis, kárate o hípica. ¿Por qué elegiste el atletismo después?
En el colegio hice algo de atletismo, pero nunca me llamó la atención. Tras el accidente, lo primero fue aprender a caminar y ahí empecé a pensar en practicar algún deporte. Me propuse aprender a correr, pero necesitaba dinero para comprar las prótesis y mis amigos me ayudaron organizando un crowdfunding. Cuando las conseguimos comencé a correr, pero con la intención de hacer otro deporte… No sabía cuál. El tema es que me empezó a gustar tanto el atletismo que dejé de buscar.

También superaste un cáncer de tiroides y un carcinoma basocelular. ¿El ser humano es más fuerte de lo que cree?
Totalmente. Cuando cuento mi historia, mucha gente me dice: “Yo no podría”. Y no podrías en circunstancias normales, pero cuando te ves entre la vida y la muerte te das cuenta de que tu cuerpo y tu mente son superfuertes. La capacidad del ser humano para luchar y seguir adelante es maravillosa, y es que las ganas de vivir siempre están ahí. Me di cuenta de la fuerza y el potencial que tenía y lo enfoqué en positivo. Ahora, cada vez que sufro un varapalo, pienso: “Es algo malo y tengo que llorarlo, procesarlo, pero voy a buscar lo positivo”. Generalmente, nos enfocamos en lo negativo, pero se puede entrenar la mente para cambiar esa visión, para que lo positivo esté más accesible en tu cabeza y sea en lo primero que pienses cuando te ocurre una desgracia.

Pasaste de ocultar tus prótesis a mostrarlas con orgullo, ¿cómo fue ese proceso? ¿De qué te diste cuenta?
Al principio sentía vergüenza, pensaba que la gente me iba a mirar, me iba a juzgar… También estaba el miedo a no encajar. Cuando empecé a competir ofrecí algunas entrevistas y pensé que los niños a los que daba clase tenían que saber quién era realmente. No quería que se enteraran por la televisión. Un día se lo conté y, en general, sus reacciones fueron muy naturales y positivas. Me di cuenta de que el miedo lo tenía yo. Decidí no ocultar mis prótesis... Si me apetecía llevar pantalones cortos, ¡pues cortos! Que la sociedad vea a personas con discapacidad ayuda a que empaticen más con nosotros.

Después del accidente no has parado, ¿de alguna manera te espoleó a vivir la vida más intensamente?
Sí, por supuesto. Antes del accidente tenía 25 años y me limitaba a hacer lo que se suponía que tenía que hacer. Me había sacado dos carreras y hacía deporte, pero no tenía mayores ambiciones. Estaba encorsetada, un poco supeditada a lo que dijeran mi madre y mi padre. El accidente fue un shock tan grande que comprendí que la vida era efímera y decidí disfrutarla al 100%. Mi cerebro hizo clic y comencé a practicar deporte a tope, a desarrollar mi creatividad, a sumarme a proyectos, a no decirme que no a mí misma. Yo lo intento todo y, si sale, fenomenal. Si no, no pasa nada, disfruto del camino y del proceso.

“El accidente fue un ‘shock’ tan grande que comprendí que la vida era efímera y decidí disfrutarla al 100%. Yo lo intento todo y, si sale, fenomenal. Si no, no pasa nada”

También formas parte de una compañía de teatro. ¿Para qué te ha servido la interpretación?
Tras el accidente, además de vergüenza, tenía falta de autoestima. Me apunté a clases de teatro como una manera de mejorar eso. Quería volver a sentirme yo misma. Cuando terminé el curso de tres años en la escuela de Las Rozas, un grupo de compañeros creamos una asociación teatral, Youkali Escena, con la que empezamos a montar obras de teatro y a representarlas por toda España. ¡Incluso hemos ganado varios premios! A mí me ha servido para recuperar la confianza, pero también para divertirme, viajar, hacer amigos…

En breve te vas a enfrentar a un nuevo reto, la maternidad. ¿Cómo lo estás llevando? ¿Has aparcado ya el deporte?
Es el reto de mi vida y estoy muy contenta. Todo el mundo me dice que cuando el bebé está en la barriga está todo controlado, luego ya no [risas]. Este año he entrenado, pero hace una semana [la entrevista se realizó el 11 de julio] los médicos me dijeron que dejara de correr porque podía adelantárseme el parto. He dejado las pistas de atletismo, pero seguiré haciendo deporte —voy a nadar— mientras el cuerpo aguante. Primero, porque el deporte es salud y, segundo, porque favorecerá mi recuperación tras el parto. Mi idea es volver a ser competitiva y plantearme objetivos para Los Ángeles.

En los Juegos de París finalizaste cuarta, a solo tres décimas del podio. ¿Sueñas con lograr la medalla en Los Ángeles? ¿Es lo que te impulsa a seguir?
Sueño con la medalla en Los Ángeles, pero sobre todo sueño con disfrutar porque en Tokio, por ejemplo, me obsesioné mucho con ella y me di cuenta de que eso no es lo importante. Ganarla sería fabuloso, entiéndeme, pero el atletismo, aunque compitas contra otros, no deja de ser una competición contra ti mismo y lo que más ha de enorgullecerte son tus avances. En atletismo, sentir que vas mejorando es lo que te hace continuar. Pienso mucho en ir a Los Ángeles para que mi peque me vea corriendo, luchando y disfrutando. ¡Ojalá llegue superfuerte físicamente y logre la medalla!