Pepa Salazar
Empoderamiento, sostenibilidad y series ‘anime’
La creadora valenciana defiende que hay vida para la moda más allá de la apariencia. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en sus colecciones, que indagan en la actualidad para lanzar un mensaje de transformación social.
Desde un columpio Sutra y con una alusión directa al sexo femenino articula Pepa Salazar (Valencia, 1990) su colección SS20. De esta guisa avanza las novedades de su firma en Instagram, entre referencias a la sensualidad barroca y a la vestimenta histórica. Todo para establecer una reflexión entre lo viejo y lo nuevo, lo que la mujer fue y lo que hoy es. Baluartes del armario del siglo XVIII como el corsé se repiensan desde la funcionalidad en nylon, acompañados de mallas y otras prendas oversize. La creadora habla así sobre arte, estilo y feminismo, en un discurso que, según cuenta, pretende “ir más allá de la superficialidad de la forma”. Aunque esas formas asimétricas y deconstruidas también gustan a quienes viven de su imagen, como Kim Kardashian, que eligió algunas de sus prendas para un shooting a cargo de la influencer murciana Sita Abellán.
Sin embargo, la repercusión en followers no es lo que más le interesa a esta modista apasionada del patronaje. Para ella la moda importa por su “capacidad para cambiar las cosas”. Un germen que se siente también en su forma de producir, contraria al derroche. “Lo que más tenemos en cuenta en estos momentos es ser responsables con el medio ambiente y con la mujer”, explica. Todo ello, en una marca que, confiesa, se fue gestando sobre la inercia, porque en su caso la moda le llegó casi sin querer de la noche a la mañana. “Hacía muchos proyectos personales y un amigo me animó a enseñarlos. Decidí presentarme a EGO de la MBFWM y, en la primera edición, conseguí el premio a la mejor colección”.
Fue entonces cuando Pepa se convenció de que lo que hacía funcionaba y se convirtió en su propia jefa. A partir de entonces, ha llevado a sus diseños la tecnología, experimentando con tejidos hidropónicos, e incluso le ha dado la vuelta a iconos como el osito de Tous, que convirtió en un ítem kawaii. Lo japonés —y el manga en concreto—, es otro de los elementos palpables en su creación, ya que es una fan declarada del anime: “Me encanta Evangelion, Akira, que es un diez, Ghost in the Shell y películas de Satoshi Kon como Millennium Actress y Perfect Blue”. Desde Talento a bordo, nos adentramos en el universo de esta millennial que ha manifestado, en alguna ocasión, sentirse más influida por la Ruta del Bakalao que por el pop de los noventa.
Tus colecciones exponen una narrativa vanguardista, pero en tu última propuesta aparecen claras referencias a la moda histórica. ¿Qué te ha movido a mirar al pasado?
Tuve la suerte de visitar los archivos del Museo del Traje de Madrid y me sorprendió mucho cómo se abordaba la moda en los siglos XVIII y XIX. Comencé a trabajar con corsés y a pensar en cómo vestir ahora una tipología de prenda clásica. En el proceso hemos llegado a utilizar radiografías de cotillas [corsés armados de ballenas en lienzo o seda] de la época. También aparece en esta colección ropa interior de la época, algo así como un primer tipo de braga. He trabajado en lo que significa lo viejo y lo nuevo, y su repercusión en la mujer. No solo en la vestimenta, sino en cuanto a la evolución en nuestra actitud.
El corsé es una de las piezas más significativas de tu nueva colección. ¿Qué conceptualización has hecho de la prenda?
En esa época era una prenda con la que casi no se podía ni respirar. Por eso se dice que Poiret [el estilista Paul Poiret] liberó a la mujer del corsé, aunque le puso grilletes en los pies, con faldas tan estrechas que era difícil caminar. Pero el corsé de hoy en día no tiene nada que ver. No te comprime, sino que te hace sentir bien, incluso te empodera. Hemos cambiado el tipo de tejidos y la estructura; ahora incorpora bolsillos y es mucho más utilitario. Tiene algo de esa funcionalidad de las prendas deportivas y cierto balance entre el diseño y la practicidad.
Cuentas con experiencia con el concepto de moda deportiva. De hecho, colaboraste con Nike con motivo del mundial de fútbol femenino en la elaboración de una línea de accesorios. ¿Fue una llamada al feminismo en este ámbito?
Fue la primera vez en la que el fútbol femenino tomaba una nueva dimensión, ya que se iban a jugar los partidos en estadios grandes para conseguir una mayor repercusión. Tuve la oportunidad de ir al partido de salida y me impresionó la cantidad de niñas que, de repente, tenían referentes femeninos. Porque hablando con las jugadoras, me comentaron que para ellas sus figuras de referencia siempre habían sido hombres. Me pareció algo muy importante, a lo que debía darle valor, y que me permitía crear un discurso sobre la mujer en el deporte. Fue increíble poder participar en ese proyecto.
¿Nunca te has planteado crear una equipación para ellas?
Me encantaría, pero es complicado. Lo que hicimos en esa ocasión fueron unas bandas para el pelo, con un diseño que funcionaba tanto juntas como por separado. Nos sirvió para expresar el valor del equipo y el papel individual de cada una. Me explicaron que las capitanas de los equipos diferentes se llevan muy bien y me pareció un buen punto a resaltar a través del diseño.
Destacar el compañerismo entre mujeres es importante, ya que durante mucho tiempo hemos recibido el mensaje contrario.
Yo creo que la moda debe comprometerse no solo con las mujeres, sino con todo. Debe ir a la par de la sociedad, y plantear cuestiones complejas y reflexiones. Es fundamental y debemos aprovechar todas las oportunidades que surjan para ello. A día de hoy, con las consecuencias del cambio climático intentamos producir solo lo que nos piden, con el fin de evitar grandes excedentes y ser más respetuosos con el medioambiente. Se trata de promover un consumo controlado y consciente. Creo que es nuestro deber plantear cuestiones que afectan a todo el mundo.
“Con las consecuencias del cambio climático intentamos producir solo lo que nos piden para ser más respetuosos con el medio ambiente”
En esta cruzada por el medioambiente, ¿has tenido que decir que no a algún tipo de tejido?
Intentamos implementar fórmulas ecológicas dentro de nuestras posibilidades de mediana-pequeña empresa. Los packagings siempre son reciclados y no producimos excedentes que no van a ningún sitio. Sobreproducir no es la manera de actuar. Creo que hay que aprovechar los recursos y los materiales. El cuero que empleamos para accesorios proviene siempre de muestras de fábrica que van a tirar. Son tremendamente útiles. En definitiva, se trata de comprar menos y mejor, y aprovechar todos los recursos que tenemos.
En alguna ocasión te has declarado fan del anime, ¿es una de tus fuentes de inspiración?
En ocasiones han colgado de mis moodboards muchas referencias de anime que me han gustado, por ejemplo, tipográficas. En la colaboración que hice con Tous, los diseños fueron diseños de manga, más kawaii. Todo lo que te gusta influye en tu trabajo de alguna manera. También me divierte jugar a videojuegos, por lo que supongo que en mis diseños quedará reflejado algo de esto.
En tu próxima colección también aparecen ilustraciones, esta vez de la artista Lorena Prain. ¿Cómo tuvo lugar esta colaboración?
Es una buena amiga mía, tenemos mucha sintonía. Le pedí que me hiciera una ilustración para bolsitos, pañuelos y sudaderas. A mí me gusta mucho porque dibuja animalitos un poco depresivos. Tiene esa habilidad especial para crear personajes que a priori parecen muy monos, pero que en el fondo tiene algo de oscuridad. Esta y otras colaboraciones estarán disponibles en la nueva tienda online que acabamos de relanzar.