Pilar Mateo

El camino a seguir

29 Octubre 2025 Por Roberto C. Rascón
Pilar Mateo
El Premio Mujeres a Seguir Talento a bordo 2025 ha recaído en la científica Pilar Mateo. © Cedida por Pilar Mateo

La científica Pilar Mateo es la ganadora del Premio Mujeres a Seguir Talento a bordo 2025. Una firme defensora de la ciencia al servicio de la sociedad que ha salvado miles de vidas con sus innovaciones, especialmente en contextos de pobreza donde las enfermedades endémicas causan estragos. Su trayectoria, además, marca el camino a seguir para las más jóvenes, mentes por las que pasa el futuro de la ciencia.

La curiosidad es el rasgo que ha llevado a Pilar Mateo (Valencia, 1959) a ser una de las científicas más respetadas de España y del mundo. Sus inventos, especialmente las pinturas con propiedades insecticidas para frenar la transmisión de enfermedades como la malaria, el dengue o la de Chagas en entornos desfavorecidos, le han hecho merecedora de decenas de galardones. El último, el Premio Mujeres a Seguir Talento a bordo 2025 —patrocinado por Iberia—, que reconoce a mujeres capaces de imaginar nuevos horizontes y trascender sus límites. Pilar, firme defensora de una ciencia al servicio de la sociedad, los agradece enormemente, pero se queda con otro tipo de reconocimientos: Los mejores premios que he recibido a lo largo de mi vida han sido los agradecimientos de las personas cuyos seres queridos no han enfermado”.

Pilar fue una pionera que optó por la ciencia cuando pocas lo hacían. Por eso ahora, convertida ya en un referente, anima a las más jóvenes a sumarse a este campo. Precisamente, para reivindicar su capacidad creadora y promover su incorporación al ámbito científico, lanzó la iniciativa Women Paint Too. “Las mujeres representamos algo más de la mitad de la población mundial y no podemos desperdiciar todo ese talento porque cada vez necesitamos más soluciones a los retos de una población global que supera los 8.000 millones de personas”, afirma. Solo la DANA, que asoló su empresa —Inesfly Corporation, con sede en Paiporta (Valencia)— hace un año —“los laboratorios quedaron totalmente destruidos por las aguas, que casi llegaron a los dos metros de altura”, recuerda— ensombrece el semblante de una Pilar que no se rinde.

Si buscáramos la raíz de tu pasión por la ciencia, ¿dónde la hallaríamos? ¿Qué crees que te impulsó a dedicarte a ella?
Quizás fuera la curiosidad por las cosas, que es uno de los rasgos esenciales de nuestra existencia y que se basa en un continuo y renovado deseo por atender a lo que ocurre a nuestro alrededor. La curiosidad, que es diferente al asombro o la sorpresa, no se detiene ante las cosas que la vida nos descubre —nunca se queda fija—, sino que nos impulsa hacia nuevas experiencias. Hoy sigo teniendo mucha curiosidad por ver qué pasa en el mundo.

Conocemos a más inventores que a inventoras... ¿A qué lo achacas? ¿Crees que la capacidad femenina para la investigación ha sido históricamente menospreciada?
Si hacemos un análisis histórico, comprobamos que hasta bien entrado el siglo pasado las mujeres no tenían ningún derecho reconocido, ni económico, ni social, ni educativo. Las pocas mujeres que pudieron hacer algo en el arte, la literatura o la ciencia tuvieron que hacerlo de forma anónima para no ser estigmatizadas. Por ejemplo, la Dra. María Skłodowska recibió dos Nobel —uno de Química y otro de Física—, pero todos la conocemos como Marie Curie o Madame Curie, como si hubiera sido una subordinada de su esposo. Por eso el feminismo actual hace tanto hincapié en el lenguaje, para eliminar el rol de género impuesto por el patriarcado sobre las mujeres.

“La curiosidad, que es diferente al asombro o la sorpresa, no se detiene ante las cosas que la vida nos descubre, sino que nos impulsa hacia nuevas experiencias”

Las vocaciones científicas entre las mujeres siguen siendo inferiores a las de los hombres. ¿Qué les dirías a las más jóvenes para despertar su curiosidad por la ciencia?
Los cambios estructurales en la sociedad son siempre muy lentos. No basta con cambiar las leyes, hay que cambiar nuestra forma de pensar y eso lleva mucho tiempo. Poco a poco, las mujeres hemos ido incorporándonos al estudio y la formación universitaria. Ya somos mayoría en muchos campos, pero nos falta aún entrar en el mundo de la ciencia. La ciencia es fascinante, pero requiere esfuerzo y dedicación y las jóvenes han de ser conscientes. Ningún conocimiento se adquiere sin estudiar y, por desgracia, las nuevas tecnologías nos hacen confundir información con conocimiento. Algo que puede agravarse con la IA. Estamos perdiendo nuestra autonomía intelectual y dependemos cada vez más de algoritmos y máquinas controladas por unas cuantas personas y empresas.

Para ti, que no tuviste muchos referentes femeninos, ¿qué significa haberte convertido en uno?
Ser un referente para otras personas, indistintamente de su edad, es una gran responsabilidad. Ha sido una evolución... Primero recibí galardones y condecoraciones, luego pusieron mi nombre a calles y parques —también me pintaron murales— y ahora incluso tengo una muñeca dedicada a mí. Estoy muy agradecida por todos estos reconocimientos que, de alguna manera, demuestran que no me he equivocado en lo realizado hasta ahora. En mi caso, mis principales referentes fueron mis padres, con los que siempre tuve una relación muy especial.

Eres una científica con vocación humanitaria. ¿Crees que la ciencia debe estar al servicio de la sociedad?
Sí. Es importante que la ciencia sirva para resolver los problemas de las personas, especialmente para mejorar la calidad de vida de aquellas que viven en circunstancias poco dignas. Además, el conocimiento es un valor moral y todos tenemos la obligación de intentar ser útiles a la sociedad. No basta con ser buenas personas y tener un carácter humanitario. Venimos al mundo a aprender y transmitir conocimientos, ese es el mejor legado que podemos dejar.

Al volcarte en la erradicación de enfermedades mortales en contextos de pobreza, ¿te ha costado más encontrar financiación para tus proyectos?
Sí. Vivimos en un mundo muy maniqueo que considera que una empresa está solamente pensada para ganar dinero y no puede tener una dimensión social. Durante muchos años eso ha condicionado la financiación de mis proyectos porque nunca han encajado ni con la cooperación internacional ideada para las ONG, ni con la investigación pensada para las universidades o las grandes empresas.

“Venimos al mundo a aprender y transmitir conocimientos, ese es el mejor legado que podemos dejar”

¿Alguna vez te paras a pensar en la cantidad de vidas que se han salvado gracias a tus investigaciones?
En general, los investigadores vinculados a la salud tenemos cierta vocación social, de compromiso público. Nunca me he parado a pensar cuántos miles de personas he podido salvar, ya no solo de morir sino de caer enfermos. Debemos tener en cuenta que muchas personas contagiadas por enfermedades endémicas no mueren, pero sí sufren secuelas durante muchos años de su vida.

En los últimos tiempos existe una tendencia a menospreciar el conocimiento científico, hasta el punto de desoír las recomendaciones de los expertos. ¿Qué mensaje lanzarías a los descreídos?
Si no hubiera habido avances científicos seguiríamos viviendo en cuevas como las de Altamira. Cuando no hay avances o no se transmiten, las sociedades se estancan. Cuando se da lo contrario, prosperan. Esos cambios son fruto de la educación y son propios de sociedades modernas. Ahora no solamente hay descreídos científicos, sino que también tenemos lo que el filósofo norteamericano Nathan Ballantyne llama “allanamiento epistémico”. Algo que ocurre cuando alguien rebasa su campo de estudio y conocimiento para hablar de temas que desconoce. El problema, por tanto, no está solo en las personas que, sin tener conocimientos, se llaman influencers, sino en los expertos que caen en la falacia de autoridad. Un ejemplo: yo, como experta en química, ¿puedo hablar con aplomo, sin asomo de duda, sobre telecomunicaciones o macroeconomía? No, pero este tipo de situaciones se dan con frecuencia y condicionan el desprecio hacia la ciencia, la cual, por definición, exige rigurosidad.